Gracias a los drones podemos observar las calles a tanta distancia que los automóviles y los peatones parezcan hormigas, poder estar sobre cualquier edificio de la zona, mucho más arriba de los anuncios de los refrescos de fruta y negocios de callejeros, el único percance en pensar es que el aire sea fuerte y se pierda el control de vuelo.
Podríamos dar paseos sin dejar el jardín de nuestro hogar, aunque el aire balancea a estos drones, podemos decir que, a pesar de que por este motivo podríamos perder el control de vuelo, tenemos la seguridad de que no iríamos al hospital en el momento de que este caiga y lo estrellemos, iríamos a reparar una herramienta de vuelo.
Esto influye que no podríamos tener una pesadilla de vuelo, ya que estaríamos seguros que no estaríamos lesionados a no ser que por un mal manejo uno de nuestros drones se estrellen con nosotros o en su efecto, se lo estrellemos a alguien más, esto si es un poco más delicado, pero en fin, todo está depende de la responsabilidad con que manejemos nuestros drones.
A pesar que en muchas ocasiones los drones son adquiridos por muchos civiles para el divertirse y disfrutar del hobby de la aeronáutica, ya se sabe que han utilizado estos para ser herramientas de destrucción como son el caso de dos drones sobresalientes en esta área que son el Reaper y el Predator.
Deberíamos pensar ahora, en que enfocándonos en una investigación filosófica, sobre la utilidad real de la invención de estos instrumentos de vuelo, surge una pregunta en la que nosotros ahora nos imaginamos, ¿los drones son construidos para divertir o para destruir?
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